También tenía un servicio de habitaciones muy bueno, en este caso no eran señoritas , sino monos azules...los monos lo dejaban todo impecable , aunque de vez en cuando encontrábamos algún que otro platanillo rosa por el suelo de la habitación...
Todos los días era la misma rutina...
Íbamos a la playa en nuestras bicicletas voladoras, los objetos necesarios los transportaba nuestro perro Yaki , el que llegaba muy cansado a la playa con su verde lengua fuera...
Cuándo llegábamos a la playa teníamos que cruzar volando para llegar a la orilla, pero teníamos un problema, y es que Yaki no podía cruzar porque no sabía manejar una bicicleta de las nuestras , dado que era un perro y además , transportaba todas nuestras cosas...Entonces, le colocamos un gorro volador con el que pudo llegar a la arena rosa de la orilla.
En cuanto llegábamos aparcábamos nuestras bicicletas en el aparcamiento para serpientes y nos bañábamos en el agua dulce y roja del mar...
Cuándo nos cansábamos de estar allí volvíamos al hotel cruzando el rojo mar con nuestras bicicletas, después de ser multadas por los bomberos al estar aparcadas indebidamente...
Cuándo ya llegábamos al hotel nos recibía el bebé de dos meses que se encontraba en recepción atendiendo a todo el que entraba . Le pedíamos las llaves de goma para poder entrar en la habitación , subíamos , nos cambiábamos e íbamos a la piscina de agua morada, tomábamos el almuerzo y volvíamos a subir para dormir hasta la mañana siguiente...
Y así transcurrieron mis vacaciones en el magnífico hotel de Cádiz.
GRACIAS!!!.
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